TEMPESTAD

Tempestad.
Un mar que ruge
embravecido,
luchando por llegar,
por acariciar
a la arena que le espera
dulce y suave,
para calmar su ansiedad.
Para apaciguar su furia.

Y las olas vuelven,
dóciles y sumisas
tras ese contacto,
a su lugar,
a su lucha particular.

Tempestad.
Quién pudiera quedarse,
para siempre,
a gozar de la suavidad.


No más furia.
No más vientos.
Sólo dulzura y paz.